VIDA ASCENDENTE DE SALAMANCA    
                                         SUPLEMENTO MES  DE MARZO  2018
                                  Jesús Hernández Criado

                                    SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

Paraqué es el sacramento de la penitencia. El sacramento de la penitencia se instituyó para perdonar los pecados cometidos después del bautismo y devolvernos la gracia de Dios perdida por el pecado mortal. Este sacramento también es llamado el de la Confesión, porque es una confesión que hacemos de nuestros pecados ante el confesor. Fue  instituido por Jesucristo cuando dirigiéndose a Pedro le dijo:  Yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y las puertas del reino de la muerte no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. (Mat 16,18-19). San Juan viene a decir lo mismo en su evangelio  (ver 20, 21-23)
La confesión ya era una práctica habitual  en muchas religiones antes de Cristo, aunque, como ahora, cada una la practicaba a su manera. En los inicios del cristianismo sólo existía el bautismo para reconciliar al hombre con Dios y pasar a formar parte de la comunidad cristiana. Es a mediados del siglo III cuando san Cipriano  hablaba de la posibilidad de una segunda tabla de salvación, para quien tras el bautismo hubiese pecado. Llegar a la confesión de boca tal y como la practicamos hoy ha sido un proceso largo y discutido. Primeramente existió la penitencia pública por los pecados públicos cometidos.  Se consideraban pecados públicos, entre otros, el homicidio, el adulterio y la apostasía. La penitencia pública solo podía administrarla el Obispo y exigía al pecador la acusación de sus pecados al obispo, un periodo largo de penitencia para obtener el perdón de  los pecados, y la reconciliación pública el Jueves Santo antes de Pascua.
Confesión auricular o confesión bocal. Se llama auricular o bocal  porque exige la confesión de los pecados en privado ante un sacerdote. Se cree que esta forma de confesión no se extendió  en Occidente hasta el siglo VII, y que procede  de Irlanda e Islas Británicas, pasando a nuestro continente por la comunidades monásticas que obligaban a sus  monjes a confesar sus pecado a sus abades dos veces al año.  Este modo de confesión se hizo cada vez más frecuente y ya en siglo XIII había fieles que hacían una confesión semanal. Algunos afirman que fue en el este siglo cuando se introdujo este tipo de confesión. La Iglesia Católica sostiene que la confesión oral se utilizó muy pronto entre los cristianos. La Didajé  o  Doctrina de los Doce Apóstoles, libro doctrinal y litúrgico redactado en la comunidad cristiana y protestante  entre los años 90 y 99, daba  este precepto: «Confesarás tus pecados en la iglesia, y no te acercarás a la oración con la conciencia mala». Confesarás tus pecados en la iglesia se refiere a la confesión oral privada hecha al sacerdote. No a la confesión pública, pues la Iglesia nunca la prescribió en general; ni tampoco una confesión hecha a Dios. Cometen error  los protestantes, dice la iglesia Católica,   cuando dicen: “Creemos en la libertad y dignidad de la conciencia y su responsabilidad sólo ante Dios. Por lo tanto, nos confesamos directamente a Él. Negamos la razón o necesidad de la confesión auricular”. Nuestra  Iglesia dice que cuando Jesucristo, Dios, dispone una cosa, no hay libertad ni dignidad de conciencia para hacer  lo contrario”.
Parece lógico que si Cristo da a  los apóstoles la facultad para perdonar o retener pecados, los apóstoles  deberán conocerlos para perdonarlos  o retenerlos, porque si no los conocen ¿qué criterio pueden tener para perdonar unos y retener otros?
Obligación de confesar al menos una vez al año si hay pecado grave. Según el Mandamiento de la Iglesia Católica todo fiel llegado al uso de la razón debe confesar al menos una vez al año los pecados graves de los que tenga conciencia. En la Iglesia católica solo por la confesión de boca, salvo casos excepcionales, podemos obtener el perdón de los pecados mortales. En casos excepcionales si no podemos confesarnos, creemos que Dios nos perdona con el arrepentimiento sincero y el propósito de la enmienda, con la obligación de  confesarnos  en la primera ocasión.
Requisitos para obtener el perdón de los pecado. La confesión no es un mero contarle los pecados al confesor y marcharse tranquilamente a casa. Lo fundamental de este sacramento es el arrepentimiento de haber ofendido a Dios y el propósito de luchar para evitar el pecado.  Para hacer una buena confesión se recomienda seguir los siguientes pasos:

  1. Examen de conciencia previo para ver en qué mandamientos hemos faltado a  Dios o  la Iglesia.  2. Dolor de corazón, es decir rechazar los pecados cometidos y estar arrepentido de haberlos cometido.  3. Propósito de enmienda y de evitar las ocasiones de pecar y querer rectificar en lo que sea necesario en nuestra vida. 4. Confesión de los pecados. 5. Cumplir la penitencia impuesta por el Sacerdote.

Recordemos que en la confesión intervienen tres personas. El confesor, tú, y Dios. Dios está oyendo tus pecados y viendo si tu arrepentimiento y propósito de la enmienda son sinceros. Al confesor le puedes engañar y te puede dar  la absolución, pero Dios no solo no te perdona los  pecados sino que  te castigará porque has tratado de engañarlo. Cuando alguien trata de engañarte a ti, tú te enfadas con él ¿No es así? Pues a Dios tampoco le gusta que traten de engañarlo
¿Obtenemos algún beneficio de la confesión auricular? Los principales efectos de la confesión son  el perdón de los pecados y la recuperación de la gracia de Dios.    Pero  en la confesión auricular podemos recibir buenos consejos por parte del confesor que nos ayuden a mantener la fe y a seguir luchando para conseguir la erradicación de los pecados y la práctica de las virtudes.  Otra cosa buena  de este sacramento es que podemos celebrarlo  tantas veces como lo necesitemos.

HABLEMOS DE NOSOTROS

HISTORIA DE NUESTRA ORGANIZACIÓN


Decíamos en nuestro número anterior que que V.A. nació en Paris como prolongación de un grupo de laicos que se reunían en el café a charlar amigablemente. En 1962 fue reconocido por la Iglesia francesa como un movimiento de apostolado seglar de laicos mayores con el nombre de Vie Montan. Hoy Vie Montan es un Movimiento Internacional extendido por  más de  50 países  En España fue  fue reconocido por la Comisión Episcopal como Movimiento de Apostolado seglar en el año 1.986. En Salamanca se creó el 27 de Noviembre de 1989 por mandato de nuestro Obispo D. Mauro Rubio Ripollés. Nombró consiliario  al canónigo D. José Sánchez Vaquero  quien a su vez eligió como Presidente a D. Tomás Hernández Bueno. Los primeros miembros de V.A. en Salamanca procedían casi todos de otros movimientos,  principalmente de Acción católica y cursillistas de cristiandad. A  las primeras reuniones de V.A. en Salamanca asistían  ya unas cien personas, y a  principios de lo años 2000  éramos ya unos 800.
Es un Movimiento eclesial de laicos, no una asociación, ni una institución eclesial. El  “Movimiento” se diferencia las asociaciones y de las instituciones en  que sus miembros tienen más  libertad de acción y no tienen una actividad reglada como tienen las instituciones. En un movimiento no hay socios del movimiento, hay miembros, no  socios. En el Movimiento hay un fin, un objetivo común, y se organizan para cumplir ese fin.
Nuestro objetivo según nuestros estatutos es el apostolado seglar entre los mayores  El artículo 7  dice:  “Son miembros de V.A. los laicos jubilados y mayores que voluntariamente se comprometan con los objetivos del Movimiento”. Estos objetivos son: “Vivir un proceso permanente de formación personal en los valores del Evangelio. Dar testimonio, con su vida y su palabra, de la fe en Jesucristo resucitado, Pertenecer a un grupo de V.A. y participar en sus reuniones”.
Organización del Movimiento. Como Movimiento eclesial de laicos , corresponde a los laicos la organización administrativa y ejecutiva del Movimiento, fijar sus actividades y llevarlas a cabo controlando la ejecución de las mismas, y corresponde a la Iglesia el asesoramiento religioso y prestarle  ayuda espiritual para el mejor desarrollo de sus actividades apostólicas. Esto hace que todas las comisiones directivas estén formadas siempre por laicos y que  haya en todas un consiliario nombrado por el Obispo respectivo.  (Continuara en el próximo número)

                                                   CURIOSIDADES
                Algunas REGLAS DE ORO PARA DIRIGIR LA CONDUCTA HUMANA

Desde tiempos inmemoriales los hombres han buscado darse reglas éticas para facilitar la convivencia pacífica entre ellos, y es curioso observar la coincidencia  que existe entre ellas a pesar de las diferentes culturas. De  Enrique Miret Magdalena, teólogo seglar especializado en ética y sociología de la religión, hemos tomado  las reglas de oro que siguen:
Reglas en Oriente: (Asia.)                    
"Recogerás lo que siembres" (Libro sagrado del Zend Avesta, de la antigua Persia.
"Este es el resumen del deber: no hagas nada a los otros, que si te lo lucieran a ti, te haría daño" (La epopeya del Mahabbarata).
Lo que no se quiere para sí mismo, no se ha de querer para los demás. {Confucio en sus Analectas).
En África se enseñaba: 
"Mientras existan hombres que luchan por  hacer por el bien de los demás, el mundo existirá también", (Proverbio tamil del siglo 1 a.C. en la , la Mauricio).
En Grecia y Roma : .
"No habéis de hacer a nadie lo que os irritaría que os hicieran a vosotros" (Diógenes)
"Las más bellas de las acciones humanas consisten en ser útil al prójimo" (Sófocles)
"Si quieres imitar a los dioses haz participe de tus beneficios a los desagradecidos» (Seneca)
Enseñanzas del Antiguo Testamento:
Quiere al prójimo como a ti mismo y no hagas sufrir al extraño que vive entre vosotros: trátale  como a uno de vosotros, amale porque es como tu (Lev XIX)
"Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber" 
En el Nuevo Testamento. 
"Ama al prójimo como a ti mismo" (Mt XIX).
"Haz a los otros lo que quieres que hagan a ti: esta es la Ley y los Profetas» (Mt VII).
y en el cristianismo posterior se dice: El camino de la vida es este:
primero amarás a Dios que te creó; y segundo a tu prójimo como a ti mismo. Y todo lo que no quieras que te suceda a ti, tú tampoco lo hagas a otro"
En  el mundo musulmán la regla de oro es ésta: 'Ninguno de vosotros es creyente, mientras no prefiera para su hermano lo que prefiere para sí mismo» (Hadith, Dichos del Profeta). Proponeos hacer el bien y no participéis  en el mal que veis cometer.
NOTA MIA: Bueno. Ya nos hemos puesto de acuerdo sobre lo que tenemos que hacer. Ahora ¿Cuándo nos pondremos de acuerdo para empezar a hacerlo todos?

 

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