RESUMEN DE LAS REFLEXIONES DEL AÑO DE LA FE


Durante el curso pasado he venido haciendo algunas reflexiones relativas a nuestra fe y en ellas he  tratado de resaltar  qué es lo que creemos y por qué creemos eso. Ahora que se cierra el ciclo del año de la fe me parece oportuno resumir, a modo de recordatorio, lo fundamental de estos temas. Seguro que también vosotros habréis hecho  vuestras propias reflexiones para fortalecer vuestras creencias, y no dudo que habréis sacado mejores conclusiones que las que yo puedo ofreceros. Sé que un grano (lo que  escribo) no hace granero, pero confío en que pueda ayudar a su compañero  como recoge el dicho popular.  Estas son algunas de mis conclusiones.


Creo en Dios Padre todo poderoso. Creo en la existencia de un Dios justo, sabio y poderoso. Creo en su existencia porque desde Abraham hasta nosotros se viene manifestando a los  hombres de formas diversas, y son legión los que dan testimonio de estas manifestaciones. Por esto rechazo de plano la afirmación de que Dios solo es una idea ficticia transmitida de generación en generación.
Creo que Dios es el creador de todo  lo que existe, porque  la nada no puede hacer que surja algo de ella, aunque algún científico (S. Hawking) se haya expresado en estos términos apartándose de la  ciencia y de lógica. La comunidad científica rechaza, por absurda, esta forma de expresarse. Si de la nada no puede salir algo quiere decir  que nunca puede haber existido la nada. Algo, o Alguien tiene que haber existido siempre. Eso que siempre ha existido o es inteligente o no lo es. Si no tiene inteligencia será el azar el que gobierna la creación. Dado lo complejos que son el macrocosmos y el microcosmos la inteligencia humana se niega a creer que sea el azar quien  gobierna todo, y en esta línea parece que están la mayoría de  científicos actuales. Todos los razonamientos apuntan a creer en la existencia de Alguien (Dios) con inteligencia. El  evolucionismo existe, pero él no puede ser el origen de lo que existe, porque para que algo evolucione primero tiene que existir. Por eso  es rechazable la idea de que “todo es  simplemente evolucionismo”.
Siguiendo en esta  línea, creo  que Dios es el creador del hombre; no sabemos cómo ni en qué momento lo creó; posiblemente fuera partiendo de algún l animal evolucionado, como sugiere  la ciencia (de la rama de los australopithecus). Para los creyentes la diferencia entre el animal  y el hombre está en el espíritu que Dios infundió en el hombre, y este espíritu es el que trasformó el animal en ser humano. Este espíritu es el que hace  que el hombre pueda comprender qué es lo bueno y qué lo malo. Por eso el hombre es responsable de sus actos, y los animales no. A ese espíritu nosotros lo llamamos alma, creada a imagen de Dios. El alma  es el verdadero fundamento de la dignidad del hombre, y esto es  lo que nos hace superiores a todos los animales, aunque haya quien quiera ponernos a su nivel por eso de que todos tenemos los mismos derechos.
Creo en el Dios Padre que se manifiesta continuamente a los hombres de toda clase y condición,  en el Dios Hijo que convivió entre los hombres hace 2000 años, y  en el Dios Espíritu Santo que actuó de forma visible en los apóstoles. Tres personas pero un sólo Dios.  Creo en este Dios trino y uno, que es espíritu, y que  por lo mismo no tiene ninguna semejanza con las cosas conocidas por el hombre. Por esto creo que nunca podremos comprenderlo mientras estemos en la tierra. Solo aceptando la grandeza de este Dios y  nuestras limitaciones humanas  podremos aceptar la existencia de un Dios incomprensible para nosotros.

  
Creo en Jesucristo Hijo de Dios.  Jesús de Nazaret, hombre que vivió entre los hombres de su época, no fue un hombre como los demás. Hizo cosas que ningún otro ha podido realizar, predicó una doctrina de amor que nadie ha podido superar, lo mataron  y resucitó de entre los muertos con una naturaleza diferente a la de todo ser viviente conocido por el hombre. Esto es lo que han dejado escrito quienes convivieron con él. Esta historia ¿es verdadera o falsa? A través del tiempo han sido miles de millones los que han creído que es verdadera, y hoy, después de más de dos mil años somos más de dos mil millones (entre católicos y protestantes)  los que seguimos creyendo que es verdadera. ¿Qué razones tenemos  para creer esto? Primero: Quienes cuentan esta historia lo conocían bien porque vivieron con él, y con él vivieron esos hechos que cuentan.  Segundo: Es creíble que dijeran verdad, porque los cuatro autores  de los evangelios canónicos vivieron siempre de acuerdo con lo que predicaban y escribían, y esto a  pesar de los problemas que eso les acarreaba. Tercero: estudios hechos durante estos 2000 años para analizar su veracidad revelan que en lo que conocemos dicen verdad, y de eso deducimos que  también la dirán en aquello que no podemos  comprobar. Cuarto: No es creíble que haya habido manipulación en los textos, porque los fragmentos originales que han ido apareciendo en diversos  lugares  concuerdan con los evangelios que anuncia la Iglesia, y además hay más de cinco mil copias de los originales de los evangelios repartidas  por todo el mundo, lo que hace imposible su manipulación sin que esta fuera puesta en evidencia por los muchos estudiosos de estos temas.  
Creo en el Espíritu Santo. Todo el que crea en Jesucristo necesariamente tiene que creer en  Dios Padre y en el Espíritu  Santo, porque Jesucristo  creía en ellos y nos habló en repetidas ocasiones de los dos. Sabemos que el  Espíritu Santo anunciado  a los apóstoles vino sobre ellos y los transformó infundiéndoles sabiduría, fortaleza, etc.


Creo en la Iglesia Católica.    El Papa Francisco  decía en la televisión hace pocos días que la gente de esta Iglesia es pecadora: decía que son pecadores sus fieles, sus  monjas, sus frailes, sus curas, sus obispos y hasta sus Papas. Esto es cierto, así lo confirma la historia, pero también es cierto que dentro de esta Iglesia   hay mucha gente que es santa: hay santos entre los laicos, las monjas, los frailes, los curas, los Obispos y los Papas. Creo que la Iglesia como institución es santa porque  Santo su fundador; Cristo es su fundador y su protector: “yo estaré con  vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos” (Mt. 28, 20). La gracia que nos llega a través de Cristo santifica a los fieles que buscan la santificación. La Iglesia es colabora del amor del Padre, de la redención del Hijo y de la acción vivificadora del Espíritu Santo. Por eso la Iglesia como institución es santa, aunque en ella haya muchos pecadores. Santo es también su fin, que es  el de ayudar a ser santos a quienes que buscan la santidad, sean buenos o malos, y mi  experiencia es que esto es una realidad y no simple palabrería de curas y obispos.

  
Conclusión final.  Como conclusión final, pienso que lo más importante del cristiano es la oración y la caridad; con la oración damos cumplimiento al primer mandamiento, que es amar a Dios. Con la caridad damos cumplimiento al segundo, amar al prójimo como a nosotros mismos. Los dos son iguales en importancia, porque las dos son necesarias para la vida del alma. Si faltamos a  alguno de ellos muere la vida de la gracia, y con ella muere la vida del alma.  Oración y caridad han de ser ejercitadas en comunidad, porque en soledad terminan muriendo. Oración es igual a amor a Dios, (espiritualidad). Caridad es amor al  prójimo, y eso es apostolado. Y ejercitar eso en comunión con otros es amistad. Espiritualidad, apostolado y amistad son los lemas de nuestra Vida Ascendente. Con espiritualidad, apostolado y amistad se crearon las primeras comunidades cristianas,  y así pensamos que debe continuar la Iglesia de hoy, y la de siempre

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