INTRODUCCIÓN
La mayoría de estas reflexiones han sido publicadas en el Boletín de Vida Ascendente de la diócesis de Salamanca. No pretenden ser enseñanzas sobre la religión católica, ni catequesis para niños o adultos, ni mucho menos apologética sobre la defensa de nuestras creencias católicas. Para todas estas cuestiones, doctores tiene la Santa Madre Iglesia que saben hacerlo mucho mejor que yo. Mi pretensión es más modesta, me conformo con presentar algunas reflexiones propias con el único propósito de contribuir a que en la mente del lector fluyan otras ideas que puedan a ayudarle a clarificar su problema religioso, si es que está interesado en este tema.
Debe de quedar claro que se trata de unas reflexiones personales sobre temas relacionados con la religión y el ser del hombre. Su objeto no es entretener, sino hacer reflexionar, por lo que cualquier intento de leerlas de un tirón puede hacer que su lectura resulte inútil y aburrida.
¿Y a quien pueden interesarle estas reflexiones? En primer lugar parece lógico que este tema interese a todos aquellos que crean que Dios existe, pero yo creo que sobre todo debería interesarle más a quienes crean que Dios no existe. ¿Por qué pienso esto? Por la sencilla razón de que a quienes crean que existe Dios no les va a pillar de sorpresa su encuentro con el Señor a la hora de la muerte, y si Dios no existiera tampoco le crearía problema alguno tal realidad. Pero ¿qué puede pasar si uno cree que Dios no existe y al morir se encuentra con Él?
¿Valdrá como disculpa decirle: yo creía que no existías y por eso no he hecho caso a tus preceptos? Quienes creen que Dios no existe es porque no tienen la seguridad absoluta de que no exista, y si resulta que esa creencia es errónea ¿qué puede pasar si al morir se encuentran con que Dios le pregunta que qué han hecho por su propia salvación? Si tu no te has interesado por tu propia salvación ¿cómo podrás pedirle a Dios que te salve? Lo que nosotros creamos, tanto si afirmamos su existencia como si la negamos, no va a influir para nada en la verdadera existencia de Dios. Si existe, existirá creamos lo que creamos, y si tiene decidido juzgarnos al final de la vida, lo va a hacer tanto si creemos en Él como si lo negamos.
Qué podremos responder cuando nos pregunte: ¿Cómo has cumplido el primero y principal mandamiento de amar a Dios sobre toda las cosas? ¿Te has preocupado por buscar la verdad o te has formado un Dios a tu medida para vivir más tranquilo y acallar tu conciencia? ¿Valdrán las excusas como el yo creía que...? Si Dios existe, estas preguntas, y otras muchas, pueden aparecer cuando nos pidan cuentas de nuestra vida, y no está demás, pienso yo, llevar preparadas las respuestas por si acaso salen en el examen final.
EL AUTOR
Salamanca, 16 de Julio 2013