TÍTULO: CÓMO PUEDE VIDA ASCENDENTE AYUDAR A LOS MAYORES

 

Conferencia de  Don Juan Miguel González Feria          
Ex-Consiliario Nacional de Vida  Ascendente. (Sacerdote y Arquitecto)         

Ya tuve ocasión de estar aquí cuando se dieron las conferencias anteriores tituladas Aprender a Envejecer en el año 1996, y cuando se dieron otras posteriormente por Ajuma, que van un poco en la misma línea puesto que a veces trabajáis  conjuntamente. Esto quiere decir que estas conferencias ya van teniendo tradición, y es un gozo ver cómo se desarrollan.
Para mí fue una gran alegría haber sido Consiliario Nacional de Vida Ascendente los ocho o nueve años que estuve, porque aprendí mucho. Fue un gran descubrimiento el de los cristianos seglares adultos. Ya había conocido a muchos mayores, pero me sorprendió en los mayores de Vida Ascendente la profundidad de su fe, lo que es la delicadeza en las virtudes. Quizá es que yo, por el cargo que tenía, atendía a personas selectas, porque iban los presidentes diocesanos, y se supone que son gentes con virtudes relevantes especiales. Por algo se les nombra encargados de Vida Ascendente de la diócesis. Recuerdo que venían de los distintos puntos de España: algunos de Galicia, otros de Andalucía o Barcelona, con viajes largos, de los que llegaban cansados, pero hay que ver cómo trabajan durante los tres días que estaban allí. ¡Qué empuje tenían!. Yo era el que terminaba cansado, y eso que era más joven que ellos. Luego cómo se tomaban en serio la planificación para todas las diócesis de España allí en la Comisión Nacional, y sobre todo recuerdo que me admiraba porque eran como buenísimos conductores de vehículos que frenaban en el momento justo para no chocar.
Gracias a Dios, a Vida Ascendente viene gente con criterios muy hechos, personas con puntos de vista muy distintos, y debido a eso se discutía fuerte, muy fuerte, cada uno defiendo su punto de vista, pero cuando iban a llegar a hacerse daño, o a pelearse, en ese momento frenaban. Yo aprendí muchísimo a saber dialogar sin herir nunca, sin tratar de imponerse por la violencia o alzando la voz.
Al que fue Presidente Nacional, Paco Díaz Mauriño, le oí una frase en un plenario que me llamó la atención, y por eso la repito. Se estaba tratando el tema de ver la expansión de V. A. con el aumento de miembros, y entonces el dijo: "Yo quiero precisar una cosa: V.A. no trata de que haya más personas que pertenezcan al Movimiento para engordarlo, para que sea más famoso. Nunca vayamos a buscar nuevos miembros de V.A. para nuestra satisfacción del Movimiento. Vida Ascendente se ofrece a las personas porque es un bien para ellas. Porque puede haber personas jubiladas y mayores a los que Vida Ascendente puede prestarle un servicio oportunísimo, y por eso la ofrecemos, no para el bien del Movimiento sino para el bien de las personas a las cuales se les comunica que existe un camino cristiano que le puede venir bien y es propio para jubilados y para mayores. Vida Ascendente, no lo olvidemos, es para ayudar, no para lucimiento de quienes dirigen el Movimiento". Ahí queda resumido en pocas líneas lo que quiere ser Vida Ascendente para los mayores.
Vida Ascendente puede ayudar a los jubilados y a los mayores a corregir el individualismo que se ha extendido tanto en la cultura occidental e incluso en la piedad cristiana. Somos enormemente individuales, en muchos casos nos interesa nuestra salvación particular y ya está. Pero no, Cristo creó una comunidad (Iglesia quiere decir precisamente comunidad), y creó un pueblo, (el Pueblo de Dios), donde hay multitud de carismas, de dones que Él no nos los da para cada uno en particular sino para el bien de todos. ¡Cuánto tiene que insistir el Papa Juan Pablo II para que cultivemos la virtud de la solidaridad!     
Vida Ascendente es para los mayores y jubilados, tanto jubilados jóvenes como mayores. Hay países del Este de Europa donde se está extendiendo V.A., como en Checoeslovaquia y otros países, donde hay tres generaciones de la misma familia perteneciendo al Movimiento. En España ya hay muchos lugares donde pertenecen padres e hijos, porque hay jubilados de 50 ó 55 años y sus padres tienen setenta u ochenta. Pero en países socialistas del Este algunos tienen la jubilación muy pronta, y hay padre, hijo y abuelo perteneciendo a V. A. Cierto que éstos son casos excepcionales de personas que se han casado jóvenes, pero existen.
V.A. debe irse acercando a personas jubiladas que no tienen los problemas, ni las características, ni los rasgos de los más mayores, porque aunque jubilados son algo más jóvenes, pero que pueden ir juntos. Son dos grupos distintos. Hay personas, especialmente varones, porque la mujer siempre encuentra más que hacer en la casa, que con 50 ó 55 años se quedan de golpe con todo el tiempo disponible, todo el tiempo libre, más o menos bien pagado. Y a éstas personas hay que llamarlas a trabajar con Dios. El movimiento de V.A. puede invitarlos a que a través del Movimiento se lancen a hacer más apostolado, más oración y más amistades. Por lo tanto debe ser un Movimiento para jubilados jóvenes y más mayores.

Un apostolado específico de los mayores.

Todos somos limitados, y los mayores, por lo general, en mayor medida. El creador nos ha hecho así, y  tenemos que aceptarnos así, porque nunca podremos ser de otra manera. Y es propio de los seres humanos envejecer: envejecen los árboles, las plantas, y el resto de los animales. Y nosotros también. El único que no envejece es Dios. Él es eterno, nosotros limitados en el tiempo. Y puesto que así nos ha hecho Dios así, tenemos que aceptarnos, y estar contentos de que existimos. Estar contentos cuando todo está bien, cuando somos jóvenes y nos sonríe la vida y tenemos buena salud, esto entra dentro de lo normal, es muy fácil. En cambio estar contento cuando las rodillas ya nos traicionan, cuando ya no oímos bien, cuando ya no podemos comer muchas cosas porque nos hacen daño, cuando ya no dormimos bien, cuando ya no entendemos las cosas, estar contentos cuando nos sucede todo esto, eso ya es otra cosa. Porque seamos sinceros, la ancianidad tiene molestias y problemas, y estar contentos cuando todo esto sucede y se sabe que la muerte está a pocos años, eso es signo de que Dios existe. Ahí si que hay una ayuda especial. Yo diría que para poder recristianizar a la gente joven tienen que ver que nosotros estamos contentos siendo viejos. Cuando los nietos ven contento a su abuelo enfermo piensan: ¿cómo es posible que mi abuelo con lo achacoso que está, se sienta contento? Aquí hay algo raro. Eso les interpela, porque ellos ante la primera adversidad ya están tristes y desanimados. Es que nosotros no podemos envejecer con alegría si Dios no nos ayuda. Por eso, envejecer con alegría es signo de que Dios existe. Y ese es el testimonio del apostolado de los mayores. Los jóvenes no pueden dar ese testimonio. 
Por lo tanto hay un apostolado que sólo podemos hacerlo los mayores. Solamente nosotros. Y el mundo lo necesita. Si nosotros nos retiramos y no queremos hacer ese apostolado queda un hueco en la evangelización. Ahí tenemos una gran responsabilidad las personas mayores y jubiladas.
En este mundo sólo no envejecen los que no existen, los demás si. Tenemos que estar contentos de existir, y por lo mismo tenemos que envejecer contentos. Dios nos ha creado humanos porque no puede hacernos dioses; a la fuerza ha tenido que crearnos seres limitados, creaturas. Si estamos contentos de ser creaturas tenemos que aceptar las limitaciones en las enfermedades, la vejez y la muerte. Tenemos que llegar a poder decir: estoy contento de saber que tengo que morir, porque eso quiere decir que existo, y yo estoy contento de existir. Tenemos que pedir mucha ayuda a Dios y decir: Señor ayúdame cuando lleguen las limitaciones, o ayúdame en mis limitaciones si es que ya las tenemos. Ayúdame cuando arrecien las dificultades, porque yo solo a lo mejor no soy capaz de estar alegre.

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