AGRESIVIDAD
La agresividad o comportamiento agresivo puede aparecer en cualquier momento y cuando menos se espera.
La persona con demencia puede reaccionar de manera agresiva en cosas que pueden resultar insignificantes para la familia, y puede percibir una amenaza o peligro donde no existe.
Estas reacciones de agresividad, verbal o física, pueden ser “su respuesta” o “su forma de defenderse” ante distintas situaciones:
Porque le duele algo pero no sabe qué o no puede ya decirlo.
Porque el cuidador insiste o le exige que haga algo que no quiere hacer, o que ya no puede hacer o no sabe hacerlo.
Porque tiene miedo al no reconocer el sitio en el que está o no poder reconocer a la gente que le rodea.
Si hay muchas personas alrededor, el enfermo puede sentirse agobiado y desorientado, o si hay mucho ruido y confusión a su alrededor.
Como forma de expresar la frustración por no comprender lo que está sucediendo, por no poder recordar cómo hacer las cosas, por no  poder expresar sus emociones o sentimientos.
Como forma de expresar la frustración al tener que recibir ayuda para hacer las cosas. Una persona con demencia puede sentirse humillada y frustrada al tener que recibir ayuda en actividades básicas como el aseo, ya que esto significa perder su independencia y se vulnera su intimidad, y pueden reaccionar ante esta ayuda con agresividad.
Como respuesta a la ansiedad o angustia.
Como respuesta ante un delirio o una alucinación.

Su intención nunca es hacer daño es simplemente que no sabe decir “basta ya” o “no quiero”, de otra manera.
Actos más frecuentes de agresividad física: Golpear, empujones, rascarse, agarrar objetos, agarrar a personas, dar patadas y mordiscos.
Actos más frecuentes de agresividad verbal: gritos, chillidos, lenguaje malsonante (palabrotas), estallidos temperamentales, emisión de ruidos extraños.
Recomendaciones

Si sabe que hay situaciones que originan esa agresividad, no la provoque innecesariamente y si ve que va a aparecer, anticípese a ella para evitarla.

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